martes, 16 de diciembre de 2014

ME TOCA LAS NARICES





Me toca las narices muchas cosas, como a todo el mundo, y ya hace tiempo que no me quedo muda ante las injusticias o las cosas que me confunden o me descolocan. Como enseño a mis alumnos y pacientes, hay que decir las verdades molestas y dejar los temas inconclusos, cerrados. O por lo menos, si no depende de ti cerrarlo, decir lo que sientes y piensas.

Quizás es porque vengo de pasar un mes en Nepal y aunque intento adaptarme a la rutina, reconozco que me está costando más que nunca y que estoy muy sensible.
Quizás es por las cosas que estoy viviendo en estos momentos.
Quizás es porque estoy cansada de ver que la gente se complica la vida muchas veces sin motivo, que de un granito hacen una montaña, que lo único que hacen es quejarse y quedarse en esa queja sin permitirse fluir y disfrutar de la vida. Claro, para eso habría que ser muy valiente y tirarte a una piscina y la mayoría de las personas prefieren la cobardía a tirarse de lleno y nadar desde la fluidez. Y es que el pensamiento de que se pueden ahogar, los paraliza.
Ayer me pasó algo curioso que me tocó las narices.
Tuve un día duro y la lluvia incesante acompañaba esa dureza. Tuve media hora de descanso entre paciente y paciente y me fui al bar de la consulta a tomarme un te.
Cada vez que entro es como si entrara la Sra. Francis por la puerta y se que mi mesa enseguida será visitada por el camarero que me cuenta su vida por entregas, como las series.
Escucho una conversación en la mesa de al lado, imposible de evitar cuando una está sola ante una taza. Tres mujeres estaban poniendo verdes a los hombres, que si no se enteran, que fíjate lo que me hace, se contradice lo que dice a lo que hace después, es un "cagao" y lo disfraza con profundidades emocionales, pasa de todo, es un "pancha contenta" y hace lo que le va bien a él en todo momento con la excusa que hay que vivir el presente, que si yo quiero las cosas claras y cuando le pregunto me mira con cara de teletubbi...(el adjetivo lo pongo yo, ellas dijeron exactamente, cara de gilipollas), y me dice que no sabe, que no quiere comprometerse ahora, que si no es el momento, que ya veremos, que vayamos poco a poco, o se está enamorado o no se está no?. Acabando con un "no entendemos a los hombres, están hechos de otra pasta y se contradicen continuamente".
Las mismas quejas y quejas de siempre, los hombres son como la rana Gustavo de Barrio Sésamo, pero ésta, por lo menos es inteligente porque enseña a mis niños lo que es delante y detrás.
Y que conste que a mi me encantan las ranas, porque a veces las besas y te llevas una sorpresa...
Y me tocó las narices. Así que me dirijo hacia ellas y les suelto tranquila y sonriendo.
- No es cuestión de sexo, es cuestión de personas.
¿Por qué me meteré yo en asuntos que me la pelan?. Pero es que, en el fondo, no me la pelan...
- Cómo dices?- me pregunta una.
- Que no es cuestión de hombres y mujeres, es una cuestión de personas. Nosotras tampoco somos perfectas...gracias a dios!.
A partir de ese momento empezaron a increparme (ya lo sabía yo Ari, para que te metes si nos las vas a convencer de nada, nada más lejos de mi intención).
Y es que me toca las narices que se juzgue tan a la ligera y que te quedes ahí esperando a que las cosas cambien por si solas. 
Si tienes al lado a un cenutrio emocional, cobarde y "pancha contenta", que no te entiende ni cubre tus necesidades, por qué no eres tú la valiente y le das el finiquito?. Pero claro, que duro eso verdad?, es mejor ponerlo verde (como los sapos) y desahogarte con tus amigas para luego salir corriendo y reptar como una serpiente para que te haga caso y conformarte con las migajas que te da. Porque son migajas hermosa, no se si te enteras, no eres el primer plato como te merecerías, o el segundo, ni siquiera ese delicioso postre que te comes sin respirar. No, eres las putas migajas y tú te conformas y tan solo te quejas.
Y estas cosas nos pasan a todos, seamos hombres o mujeres.
Y si, a mi también me gustan las cosas claras, y yo también lucho por una persona si vale la pena, pero desde la comunicación, desde en encuentro y la negociación.
Y me molesta enormemente las mentiras  o los escaqueos y la cobardía, pero es que cada persona es un mundo y cada uno tiene su velocidad, pero lo que tengo claro es que si lo paso mal en la incertidumbre, paso a la acción, aunque pierda y que jamás seré las migajas de nadie.
Y que hay hombres que se las traen...pero también hay mujeres así...
Y a esto lo llamo yo, sentido común.
Y me toca las narices, lo siento.
Mi amigo el camarero lo vino a arreglar.
- No os metáis con ella que es una escritora famosa.
Risas y mas risas. Yo serena como las aguas de un lago.
- Y qué escribes? libros para defender a los hombres.
Me río con ellas (perdidos al río).
- Nooo, libros para defender a las personas, lo que tengan entre las piernas no me importa.
Y se rieron conmigo, vaya, que sorpresa, si es que en el fondo soy graciosa, no lo puedo evitar. Acabaron preguntándome como se llamaban mis libros y cuando esperaban que les diera una terapia gratis sobre cómo ser persona, Me levanté, pagué y me fui.
- Vienes todos los días?
Mi amigo, el camarero, responde por mi.
- Si, pero sus horarios son muy anárquicos.
Las miro con ternura, porque me la producen, os lo juro.
- Es que toda yo soy anárquica, hago lo que quiero, cuando quiero y con quien quiero...Probarlo...
Tuve exactamente cinco minutos para escucharme y etiquetar lo que sentía después de todo esto.
Seguro que se quedaron hablando de mi y me etiquetarían de "tía rara", pero me di cuenta que no me importaba, ni lo que piensen ellas o el mundo entero.
Porque cuanto me tocan las narices, me las tocan de verdad.











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