jueves, 21 de febrero de 2013

57) RELATO: "QUIERO A MI NIÑA INTERIOR"


57) RELATO: "QUIERO A MI NIÑA INTERIOR"




Cuando crecemos nos pensamos que con la edad, nuestro niño interior se queda en el pasado.
Pero como ya expliqué en el capítulo de " Hay que vaciar nuestra mochila emocional", esa infancia, haya sido como haya sido, nos acompaña y con ella, ese niño o niña feliz, o marcado por las circunstancias.
Esa parte nuestra, tan importante, pero que olvidamos con tanta facilidad, está con nosotros dándonos luz o sombra. Porque cuando somos pequeños lo que recibimos del exterior lo hacemos nuestro, nuestra inocencia, nuestra ingenuidad, esa que cuando vemos a un peque nos maravilla, hace que nos creamos lo que vemos, sentimos, vivimos...
Es muy importante cuando hemos tenido una infancia marcada por la desgracia o el dolor, enfrentarnos a la herida que nos la produjo, mirarla descaradamente sin miedo, sin que nos asuste ya más ese fantasma que nos ha perseguido siempre, dejándonos muchas veces paralizados y sin entender qué nos pasa ahora, que ya somos adultos.
Nos pasa que hemos crecido en el D.N.I. pero nuestro niño interior aún sigue atemorizado, dolorido y sin saber que hacer. Cuando lo atendemos, lo cuidamos, mimamos y protegemos, esa parte nuestra se siente tranquila y nos damos cuenta del regalo tan maravilloso que nos puede aportar.
Es el caso que hoy nos cuenta Esther, como, de una infancia marcada por el trauma, se puede sacar lo positivo de esas heridas y como esa niña interior también nos da la fortaleza, coraje, amor e infinitos tesoros que antes no veíamos.
Para ello, hay que ser tan valiente como ella y decir al mundo, ya sin miedo "esta es mi historia, estas fueron mis heridas...".
Gracias, Esther, por dejarme acompañarte en tu proceso, por coger mi mano, sin conocerme, por caminar juntas un trecho del camino. Juntas hemos crecido.
Ahí va el texto.


"Hoy aprovecho estas líneas que nos concede Araceli en su blog, para dar las gracias a aquella niña que un día fui....

Mi nombre es Esther y nací en el seno de una familia desestructurada. 
Mi madre pasó muchas temporadas enferma, y como consecuencia de su depresión, se encontraba presente, pero siempre ausente.
Mi padre hacía lo que podía, pero desgraciadamente no era suficiente.
Tengo el recuerdo de estar siempre enferma, vómitos, dolores musculares, dolor de cabeza, cansancio, porque era celíaca y no me lo diagnosticaron hasta la edad adulta, y para rematar la jugada, mi hermano mayor abusó de mi sexualmente...

Te doy las gracias a ti,mi pequeña Esther, por sobrevivir a una infancia marcada por el dolor, por el sufrimiento, por los abusos.
Te doy las gracias por no rendirte jamás, por levantarte cada día pese al dolor de tu cuerpo y al dolor de tu alma.
Te doy las gracias por tu maravillosa sonrisa, porque pese a todo, nunca perdiste el buen humor.
Te doy las gracias por agarrarte a la Vida con uñas y dientes, por amar a la vida con todo tu corazón.
Te doy las gracias, porque de ti, mi pequeña Esther, esa que una vez fui, he heredado una gran fortaleza, coraje, y un regalo maravilloso, un corazón lleno de amor.
Gracias infinitas, mi pequeña, porque cuando me miro al espejo, ya no veo una niña asustada, víctima de una infancia difícil, si no que veo a una mujer extraordinaria, con muchas guerras ganadas y con muchas herramientas para enfrentarse a la vida y poder vivirla plenamente.
Gracias."






























No hay comentarios:

Publicar un comentario